Originalmente publicado en Ahora Arquitectura.
Hay muchas maneras de analizar un territorio, una ciudad o el patrimonio. A nosotros cuando nos enfrentamos a algo tan complejo, disperso o maltratado, como es el patrimonio industrial nos parece apropiado identificar tres tipos de referencias geométricas básicas: el polígono, la línea y el punto. Es una manera de pegar las piezas del puzzle y establecer un relato coherente.
Aplicado al patrimonio histórico ferroviario identificamos claramente estos tres elementos: el polígono como el recinto de la estación, incluyendo todos los edificios y servicios que la componen: edificio de viajeros, depósitos, talleres, almacenes, oficinas, gabinete de circulación, aseos, urinarios, fondas, muelles… y un largo etc.
A continuación tenemos los puntos, que pueden ser elementos aislados o bien contenidos en los polígonos. De los primeros podemos reconocer multitud de construcciones esparcidas a lo largo de una línea ferroviaria: pasos a nivel, puestos de control, apeaderos, etc.
A lo largo de la historia de las comunicaciones terrestres, los ferrocarriles han sido el mejor ejemplo de cómo trabajar la imagen de una compañía a través de su arquitectura. Lo percibimos de una manera mucho más clara en los sistemas urbanos como el Metro de Madrid, donde el diseño de estaciones, logotipos e instalaciones está extremadamente cuidado (sobre todo si el autor es Antonio Palacios).
En nuestra visita “De Príncipe Pío a Las Matas. Arquitectura ferroviaria en línea” , os planteamos una aproximación para conocer el patrimonio histórico ferroviario, a través de una simbiosis, no del todo bien considerada y cuidada, que es la relación entre las grandes estaciones ferroviarias y sus necesarias réplicas en las estaciones de clasificación, talleres y/o depósitos. En Madrid encontramos varios ejemplos, desde los más recientes como Chamartín + Fuencarral u otros históricos como el conjunto de Atocha + Cerro Negro + Cerro Plata + Santa Catalina + Villaverde. En ellos cada edificio tiene su función y la representa, con un lenguaje más o menos evolucionado, pero anticipa claramente la modernidad en la arquitectura que se alcanzaría su esplendor a mediados del siglo XX.
Nos detendremos en el caso particular de la estación de Príncipe Pío y la de Las Matas, que trae parejo un poblado ferroviario. Comenzaremos la visita a la vera de Casa Mingo, un histórico de la hostelería madrileña y con un vínculo directo al ferrocarril. A continuación os descubriremos el entorno de la estación de Príncipe Pío más allá de la imagen marginal y de patito feo a la que la asociamos. Os aseguramos que será todo un descubrimiento.
El conjunto de estación de Príncipe Pío muestra la evolución de la arquitectura ferroviaria de la Compañía de Caminos del Hierro del Norte, desde la primera etapa con una clara influencia francesa, siguiendo a un modernismo secesionista y en la última etapa una recuperación de lenguajes monumentales.
Tomaremos un tren de Cercanías a las 11.29 (la precisión horaria es otra de las característica del mundo ferroviario) dirección a Las Matas. Una vez allí, nos adentraremos en ese trozo de historia reciente de Madrid, que es el poblado ferroviario.
Las compañías ferroviarias al igual que otra muchas empresas precisaban localizar a sus numerosos trabajadores cerca de los puestos de trabajo. De ahí surgirá toda una serie de intervenciones arquitectónicas y urbanísticas simultáneas, de un alto interés no sólo para la arquitectura, sino para la sociología, la economía, etc.
Visitaremos el Museo del Ferrocarril de Las Matas, una iniciativa de la Asociación de Amigos del Ferrocarril de Las Matas (AFEMAT) y del Ayuntamiento de Las Rozas, que no solo recoge herramientas, instrumentos y material ferroviario, sino que nos permite recordar cómo era la vida en esta esquina de Madrid, no hace tanto tiempo. Además tendremos el lujo de contar con las explicaciones y vivencias de los miembros de la AFEMAT.
¡Os esperamos!