La sede de la Fundación Telefónica en la Gran Vía, pasa por ser el primer rascacielos de Madrid (89 m). Proyectado en 1925 como sede la Compañía Telefónica Nacional bajo la influencia de la “ITT Corporation”, su socio tecnológico norteamericano; pero firmado por el arquitecto de la compañía, Ignacio de Cárdenas (1897-1979). Como tantas otras centralitas y edificios de la compañia en todo el país, tuvieron el sello de este arquitecto madrileño.
Recientemente se ha publicado la recomendable tesis doctoral de Francisco Javier García Algarra sobre la arquitectura de las centrales telefónicas, titulada “De la Gran Vía al Distrito C. El patrimonio arquitectónico de Telefónica”.
Como tantos edificios de principio de siglo, está a caballo entre dos razones de ser, por una parte la lógica funcional de los requerimientos de la compañía, reflejados en una racional estructura metálica, pionera en su contexto y levantada en apenas cuatro meses y por otra la envolvente exterior, que si bien también refleja cierta racionalidad y contención, se permite influencias neobarrocas en las portadas, huecos de ventanas, esquinas y torre.
Desde que Telefónica se trasladara a su nueva sede, el “Distrito C” en Las Tablas, el edificio emblema de la compañía en la Gran Vía se ha convertido en “flagship store” y sede de su fundación. Para acomodar esta última institución, los estudios Quanto Arquitectura y Moneo Brock Studio, plantearon en 2012 una intervención en la que se recupera la sinceridad estructural del edificio, que podemos apreciar desde la escultural escalera de acceso a las salas de exposiciones. A destacar también las soluciones en el salón de actos, así como el gran ascensor con capacidad para 60 personas.
Las exposiciones y actividades temporales que ofrece la fundación, son una interesante alternativa en el centro de Madrid, con todo el atractivo que aporta el patrimonio tecnológico de las comunicaciones que atesora en sus fondos. Actualmente podemos visitar entre otras la exposición Nikola Tesla. Suyo es el futuro y hasta el 31 de marzo, Ferran Adrià. Auditando el proceso creativo
Sobre esta última, no se trata de descubrir los maravillosos platos que se cocinan en El Bullí, cosa de sobra conocida, sino de bucear en el proceso creativo que posibilitó que cada temporada este restaurante fuera capaz de reinventarse y explorar nuevas posibilidades. Es apabullante la cantidad de información, documentación o sistemas de trabajo que están recogidos en la muestra.
Si alguien se pregunta como es el proceso creativo, no solo en un restaurante de alta cocina, sino para cualquier actividad profesional, tiene una oportunidad en esta exposición de adentrarse en un complejo y fascinante mundo. La arquitectura, más allá de los destellos y las apariencias es un proceso creativo complejo, y al igual que pueda sucedernos con la presentación de un plato de El Bulli, para comprenderla, hay que acudir a las fuentes que nos cuentan sobre el proceso, estudiarlas y de esta manera comprender desde dentro la ciudad y su patrimonio.
En definitiva, el edificio de Telefónica en la Gran Vía, no sería lo mismo si Ignacio de Cardenas no hubiera viajado a Nueva York para conocer los grandes rascacielos, ni tampoco la Gran Vía sería lo mismo sin este rascacielos, ni probablemente Ferrán Adriá hubiese acabado en una exposición en este edificio. ¿Sería Madrid lo mismo?.
Originalmente publicado en Ahora Arquitectura.