
La semana pasada hemos vuelto a visitar MediaLab Prado, esta vez con un grupo de estudiantes de primer ciclo de Educación Secundaria. También recorrimos el CaixaFórum, como dos ejemplos de intervenciones en patrimonio industrial con una voluntad de activar y aportar algo nuevo a un entorno urbano tan intenso y dirigido, pero con criterios y determinaciones muy diversas. Al final de la visita les preguntamos, qué edificio les había gustado más. La respuesta fue que el CaixaFórum, las razones: el vacío a nivel de calle, el jardín vertical, las placas de la fachada, la escalera, etc.
“Pero, ¿en qué edificio os gustaría trabajar o simplemente hacer cosas?” La respuesta fue el MediaLab. Y no podemos estar más de acuerdo. Desde que hace un año se abriera al público, lo hemos considerado no solo como un lugar abierto, sino cercano. ¿Qué tipos de espacios demandamos hoy en día? ¿para el trabajo? ¿expositivos? ¿virtuales? ¿para la creación? ¿para el intercambio de información? ¿representativos? Quizá una mezcla indeterminada y variable de todos ellos. Traducido en arquitectura, requiere de la compleja y buscadas flexibilidad y adaptación a la variabilidad. Es el sino de este tiempo, pero es dificil encontrar un caso donde un programa abierto haya sido resuelto de una manera tan coherente, no solo a las necesidades actuales, sino a mayores incorporando las de un edificio existente, como el de la Serrería Belga.
La intervención de Langarita y Navarro en MediaLab, representa el paradigma de la arquitectura contemporánea, flexible, sin un ánimo de trascendencia eterno, pero si perder capacidad de atracción, de buscar el diálogo, el encuentro… Recoge también el ánimo de un edificio industrial en un entorno urbano, con un interior riguroso, pero que hacia el exterior pelea por encontrar a la ciudad con su mejor cara, un equilibrio del que hoy en día pocos edificios pueden presumir. MediaLab expresa la arquitectura que a nosotros nos gustaría hacer, porque es la que necesitamos, y porque consideramos representa el soporte para que un nuevo sistema productivo real tenga lugar.
Si hoy o mañana, la actividad que sustenta esta arquitectura se desplaza, y aparece otra, no dudo que el edificio se podrá adaptar, es una de sus virtudes, pero se habrá perdido una gran oportunidad de desarrollar por completo ese modelo abierto y cercano de desarrollo social y tecnológico, de arquitectura y ciudad, de ideas y proyectos, de personas y de equipos, de emprendedores y expertos, etc. Y tiene que ser visible, en el Paseo del Prado, donde la vanguardia puso su mirada hace tres siglos.
Por todo esto, nuestro más sincero apoyo a la permanencia de MediaLab en la Serrería Belga.